Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

I Samuel 28, 6-25

6 Consultó Saúl a Yahveh, pero Yahveh no le respondió ni por sueños
ni por los = urim =, ni por los profetas.

7 Dijo Saúl a sus servidores: «Buscadme una nigromante para que
vaya a consultarla.» Dijéronle sus servidores: « Aquí mismo, en Endor, hay
una nigromante.»

8 Se disfrazó Saúl poniéndose otras ropas y fue con dos de sus
hombres; llegó donde la mujer de noche y dijo: «Adivíname por un muerto
y evócame el que yo te diga.»

9 La mujer le respondió: «Bien sabes lo que hizo Saúl, que suprimió
de esta tierra a los nigromantes y adivinos. ¿Por qué tiendes un lazo a mi
vida para hacerme morir?»

10 Saúl juró por Yahveh diciendo: «¡Vive Yahveh! Ningún castigo te
vendrá por este hecho.»

11 La mujer dijo: «¿A quién debo invocar para ti?» Respondió:

«Evócame a Samuel.»

12 Vio entonces la mujer a Samuel y lanzó un gran grito. Dijo la
mujer a Saúl: «¿Por qué me has engañado? ¡Tú eres Saúl¡»

13 El rey le dijo: «No temas, pero ¿qué has visto?» La mujer
respondió a Saúl: «Veo un espectro que sube de la tierra.»

14 Saúl le preguntó: «¿Qué aspecto tiene?» Ella respondió: «Es un
hombre anciano que sube envuelto en su manto.» Comprendió Saúl que era
Samuel y cayendo rostro en tierra se postró.

15 Samuel dijo a Saúl: «¿Por qué me perturbas evocándome?»
Respondió Saúl: «Estoy en grande angustia; los filisteos mueven guerra
contra mí, Dios se ha apartado de mí y ya no me responde ni por
los
profetas ni en sueños. Te he llamado para que me indiques lo que
debo
hacer.»

16 Dijo Samuel: «¿Para qué me consultas si Yahveh se ha separado de
ti y se ha pasado a otro?

17 Yahveh te ha cumplido lo que dijo por mi boca: ha arrancado
Yahveh el reino de tu mano y se lo ha dado a otro, a David,

18 porque no oíste la indignación de su ira contra Amalec. Por eso te
trata hoy Yahveh de esta manera.


19 También a Israel entregará Yahveh en manos de los filisteos.
Mañana tú y tus hijos estaréis conmigo. Yahveh ha entregado también
el
ejército de Israel en manos de los filisteos.»

20 Al instante Saúl cayó en tierra cuan largo era. Estaba aterrado por
las palabras de Samuel: se hallaba, además, sin fuerzas, porque no
había
comido nada en todo el día y toda la noche.

21 Acercóse la mujer donde Saúl, y viendo que estaba tan conturbado,
le dijo: «Tu sierva ha escuchado tu voz y he puesto mi vida en peligro por
obedecer las órdenes que me diste.

22 Escucha, pues, tú también la voz de tu sierva y permíteme que te
sirva un bocado de pan para que comas y tengas fuerzas para ponerte
en
camino.»

23 Saúl se negó diciendo: «No quiero comer.» Pero sus servidores, a
una con la mujer, le insistieron hasta que accedió. Se levantó del suelo y se
sentó en el diván.

24 Tenía la mujer en casa un ternero cebado y se apresuró
a
degollarlo. Tomó harina, la amasó y coció unos ázimos.

25 Lo sirvió a Saúl y sus servidores, comieron y levantándose se
marcharon aquella misma noche.